martes, 8 de enero de 2008

Un comercial perfecto de TV


¿Ha pensado usted alguna vez que es posible crear un comercial de televisión perfecto que dure, no solamente uno o dos minutos, -como máximo que pagan ciertas marcas para hacerse propaganda- sino 27 grandiosas horas? ¿Un comercial que capture la atención de la gente a tal extremo que personas incluso disminuyan sus horas de sueño para verlo de la manera más continuada posible? ¿Que familiares y/o amigos se reúnan en casas al mejor estilo Navidad/18-de-septiembre para ver aquella maravilla de la perfección capitalista? Hay pues, fantasías que sí se vuelven realidad, damas y caballeros con ustedes la tan esperada: TELETÓN.

Empresas con poder e influencia, las mismas que dejan su limosna por estas fechas, han apelado y creado las más diversas formas para atraer la atención de los consumidores, mientras en su inconsciente se va relacionando la idea de Felicidad - esa con mayúscula- con la de tener el poder adquisitivo para comprar un auto de lujo; la perfección física como para optar a una pareja de características similares a las que se exhiben sin tregua, o simplemente con el hecho de comprar o imaginarse comprando (vitrinear) que es la terapia de sanación emocional preferida de tantos.

La Teletón ha hecho evolucionar este concepto, y lo lleva a la práctica maquillando perfectamente la forma. Historias tan tristes como las peores que yo mismo he imaginado, son disparadas tele-dirigidamente, y sin obstáculos atraviesan (en la Teletón todo es agradable a los sentidos) las mentes de los chilenos. No importa que el sistema de transporte en la urbe no funcione, que la contaminación no nos deje respirar ni que habitantes de una misma cuidad se discriminen unos a otros, no, “hay gente aparentemente peor que uno” y después del gratificante pensamiento que no somos las almas que más sufren en el planeta tierra - aunque a veces así lo sintamos- la piedra en el pecho no tarda en llegar. “Gracias dios por tener piernas y poder jugar fútbol, mi familia tiene un padre ausente y alcohólico pero no te vuelvo a pedir demasiadas cosas, con ser sanito me basta” o “gracias dios porque aunque no tengo ya el trabajo que perdí por llegar tarde, gentil auspicio de TranSantiago, tuve la suerte de no tener un hijo discapacitado”, me imagino rezan niños y adultos justo antes de dormirse inevitablemente porque aunque todos por una vez en el año quisiéramos, nadie logra resistir 27 horas despierto.


Balas de desgracia, adversidad y pena son disparadas por todos los canales de Tv nacional, creando un fuego cruzado del cual es imposible arrancar. El resultado de aquella violencia no será otro que por largo tiempo nadie se atreverá siquiera a quejarse de algo o sentirse desafortunado.

De seguro si sólo hombres fueran los receptores esperados del mensaje, en la teletón no se mostraría más que porno, y sería la única vez incluso que estaría permitido y por cierto, ampliamente justificado y entendido. Se nos quedarían afuera eso sí las mujeres que en este momento tienen un lugar amplio de importancia y presencia en este sistema, al que lograron entrar olvidando las enaguas de la antigua tradición de mujer tierna, débil, mamá y cocinera, sustituyéndola por aquella mujer que debe ser competitiva, fuerte, símbolo sexual y por supuesto jefa. ¿Cómo las hacemos participes a ellas en esta obra de teatro maravillosa? La respuesta: su emocionalidad. Todas aquellas que viendo películas donde su artista de cine favorito justo antes de morir besa a la mujer de su vida (que por proyección es ella) sin duda sucumbirán ante historias en las cuales un niño (que por proyección es suyo) da sus primeros pasos, y con ellos los treinta minutos de pena y angustia que dura el audio/video que relata la historia pasan a ser alegría y triunfo entregándonos el mensaje inequívoco que incluso en las peores situaciones es imperativo lograr la felicidad. Por agregado llega la luz de esperanza (esa que es como un espíritu santo) anunciando que los finales perfectos no sólo son posibles en U.S.A., captados por las cámaras de última tecnología de Hollywood, sino que este modelo de realidad está presente en cada rincón del mundo y todos estamos invitados/obligados a formar parte de él. Cuando le entregamos al tele-espectador la percepción de que esta obra de arte, monumento a la conciencia social y patrimonio de la humanidad es gracias al esfuerzo de todo un país que se une, incluidos todos nosotros, los ojos delirantes de satisfacción comienzan a dejarse ver. Nos queda por ponerle a esta sopa entretención intermitente para los niños y luego agregar en la noche mujeres sensuales, provocativas y de prototipos inalcanzables entregando así deleite a púberes jóvenes, púberes adultos y púberes viejos. Nada muy explícito eso sí, que la dueña de casa que ve cómo su esposo está embobado mirando a la verdadera mujer de sus sueños y notando la distancia lo que existe entre lo que todos queremos y lo que todos tenemos, no se sienta muy pasada a llevar, y así la sensación perfecta sea vea graficada en el tiempo como una alta meseta con elevaciones recurrentes que obligan a los nobles ciudadanos a ir al banco junto a toda la familia o simplemente echar a correr los dedos en el teclado del teléfono, tecnología gentileza de una empresa multinacional dedicada a hacerse rica a costa de la incomunicación, el sentimiento de soledad y el deseo de control, todas enfermedades sociales que la TV ya se encargó de hacer endémicas, crónicas e incurables.


Otra historia en extremo emocionante y otro final esperanzador, las lágrimas emergen en llanto como el semen en la eyaculación que culmina el estimulante acto masturbatorio de cualquiera sentando frente a la caja sintonizada en un canal para adultos. No importa, el fin justifica los medios, “todo lo que gane prostituyéndome mientras dure el show, lo daré a la Teletón”, “todo el dinero que logre robar mientras dure el show, lo daré a la Teletón”. Prostitutas, sus clientes y las parejas de los clientes, policías, asaltantes y asaltados; todos unidos por esta gran obra, ¡Vamos chilenos!


TE TOCA!

1 comentario:

dijo...

Y cuesta todos los millones que tiene que costar. Y la gente se cree solidaria una vez al año.
¿Hará daño?